El verano es época de barbacoas.
Si tenéis la gran suerte de tener una en vuestra propia casa, o que os inviten a alguna, uno de los alimentos que deberíais incluir son sin duda las sardinas.
Lo sé, los sé, que si el olor que tienen, que si las raspas traicioneras… yo he usado esos mismos argumentos muchas veces para no comer sardinas, pero los beneficios en el consumo de este pescado son mayores que cualquier pega.
Propiedades de las sardinas
Del grupo de los pescados azules,
- Es rico en vitamina D, ya que tiene 7.90 ug por cada 100 gr. Como comentaba en este post, la vitamina D es imprescindible para mantener nuestra salud.
- Es muy denso en vitamina B12, (28,40 ug por cada 100 gr),
- necesaria para la generación de glóbulos rojos,
- interviene en la creación de ADN y ARN,
- mantenimiento del sistema nervioso central y el sistema inmune.
- Además es uno de los alimentos con mayor aporte de vitamina B6 (0,96 ug por cada 100 gr),
- que interviene en la transformación de hidratos y grasa en energía,
- contribuye al mantenimiento del sistema nervioso y refuerza el sistema inmune.
- Son ricos en ácidos grasos Omega 3, ácidos grasos que nos ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares
- Además, de minerales como el calcio, fósforo, potasio, zinc, yodo, magnesio, hierro por lo que se recomienda su consumo en caso de padecer de anemia.
- No presentan cantidades significativas de mercurio, por lo que su consumo es más recomendable que el de otros pescados azules de mayor tamaño como el atún.
- Las sardinas ayudan a mantener estables los niveles de azúcar en sangre, por lo que ayudan a prevenir la aparición de diabetes tipo 2, y son grandes aliados en las dietas para perder peso.
Espero que esto os anime a incluir las sardinas en vuestra dieta. Si no os gusta el olor que se queda en la casa al cocinarlas, siempre podéis comprar de las que vienen enlatadas.
Ahh, y esas raspitas consideradas “tan molestas” son una gran fuente de calcio, así que masticad bien 😉
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