Como comenté en otra entrada, siempre he sido un poco delicadita para la comida, tanto que con la experiencia que tengo cortando partes de los filetes que no me gustaban, podría ser cirujana.
Así, que si alguien me hubiese dicho en mi adolescencia que algún día me vería cociendo huesos y bebiéndome el caldo como si fuese un manjar de reyes, no me lo hubiese creído. Pero es que tiene tantos nutrientes que es fantástico para tu piel, tus huesos, tu sistema inmunario, y tu salud en general.
El caldo de huesos (casero, por favor)
Este alimento es muy denso en minerales, proteínas y grasas saturadas.
Su uso popular para aliviar los síntomas de la gripe tiene mucho sentido ya que tiene propiedades antiinflamatorias y ayuda a restaurar el sistema inmune, comenzando por el tracto intestinal.
Veamos con más detalle todas las cosas buenas que encontramos en el caldo de huesos:
- Tuétano, grasa, proteína y toneladas de minerales.
- Colágeno y ácido hialurónico, presentes en las estructuras fundamentales de los mamíferos: hueso, piel, tendones, ligamentos.
- Gelatina, que reduce el dolor en tendones y articulaciones.
- Glicina, aminoácido que forma parte de la estructura de las proteínas.
- Prolina, precursos de la formación de colágeno.
- Es una de las mayores fuentes de calcio.
- Magnesio, mineral presente en los huesos y necesario para el correcto funcionamiento de funciones metabólicas en el organismo
- Sodio, tiene un papel fundamental en el impulso nervioso, la contracción muscular, equilibro ácido-base y absorción de nutrientes.
Leyendo esta lista, nos hacemos una idea del beneficio para nuestra salud del caldo de pollo. Nos aporta nutrientes que nos “curan” a todos los niveles, desde el interior, participando en procesos metabólicos de organismo y formando parte de las principales estructuras corporales.
Cómo hacer caldo de pollo
Recomiendo, para ir acostumbrándose al sabor, usar huesos de pollo.
- Compramos un pollo entero, lo hacemos al horno, acompañado de verduras a ser posible y nos comemos la carne (mmm, rico).
- Ponemos los huesos en una olla grande y rellenamos con agua fría, hasta que los huesos queden sumergidos.
- Añadimos 3-4 cucharadas soperas de vinagre de manzana, para ayudar a la extracción de minerales del hueso.
- Ponemos a fuego medio hasta que hierva el agua, e inmediatamente bajamos el fuego al mínimo.
- Y así lo dejamos burbujeando, al menos tres horas, pero lo recomendable unas ocho horas. A más tiempo, más nutrientes extraemos de los huesos.
Lo recomendable es consumirlo dos veces por semana, servida con un poco de limón, ya que la prolina funciona mejor con vitamina C.
Importante: se puede congelar sin problemas, en frío la textura es gelatinosa.
¡Qué aproveche!
Alejandra says
Ya había leído sobre el caldo de huesos y tengo la mala costumbre de no guardar los huesos para hacerlos caldo. Voy a aplicarme en estos días para hacer un caldazo pronto!
PaleoModerna says
Síiiiiiiii, es buenísimo!
Jo, a mi me pasaba igual hasta que empecé con la paleo, todos los huesos a la basura 🙁
un abrazo 🙂