Odio las espinacas
Ale, ya lo he dicho…
Aunque bueno, en verdad debería decir, que odiaba las espinacas, porque mi madre se empeñaba en ponerlas en las lentejas e intentaba que las comiese con un “anda, si están muy ricas“, cuando todo el mundo sabe que lo rico rico de las lentejas es el chorizo. Viendo que no funcionaba, pasaba al “pues te las comes tienen muchas vitaminas“.
Con el tiempo he aprendido a comer las espinacas: en crudo y en ensalada, sí siempre, y cocinadas engañando un poco al paladar, poniéndole un poco de sal marina y un poquito de ajo, y lista para comer o para echar en una Quiche.
Ahora que soy adulta, entiendo que la espinaca es buena:
- Por sus minerales: el calcio, hierro, potasio, magnesio, manganeso y fósforo.
- Por las vitaminas: vitamina A, vitamina C, vitamina E, vitamina K, como así también vitaminas del grupo B ( B6, B2, B1) y ácido fólico (vitamina B9).
- Por su contenido en sustancias antioxidantes como los flavonoides,y carotenoides).
Pero cuando eres un niño, las verduras pueden ser muy poco apetecibles, por mucho que nos expliquen que son buenas para nosotros, sobre todo si hay jamón serrano cerca.
En mi caso, hasta que no me independicé y comencé a cocinar mis propios platos, no aprendí a apreciarlas y las comía porque no había otra opción. Desde entonces pienso que estaría bien que los niños, cuando tengan una edad razonable, se fuesen acercando a la cocina (no en plan masterchef junior, claro), pero sí algo como “echale esta pizquita de sal a las verduras”.
¿Y tú qué opinas? ¿Sería bueno?¿Sería el caos y la destrucción tener a los pequeños cavernícolas entre los fogones?
Portobellos rellenos al horno con salsa de tomate y espinacas
Para la receta de hoy he usado champiñones portobello, variedad de seta tamaño king size. Se podría preparar también con setas o con champiñones blancos, pero si tienes la posibilidad de encontrarlos en el mercado y no los has probado nunca, merece la pena: son muy jugosos y tienen un sabor algo más dulce que los champiñones normales.
Ingredientes
- 4 portobellos (o setas, u otro hongo que te guste)
- 4 tomates de pera muy maduros
- 1 cebolla pequeña
- 1 cucharadita pequeña de ajo triturado o en polvo
- 1 puñado de espinacas
- Sal
- aceite de oliva virgen extra
Preparación
Para la salsa de tomate
- Corta la cebolla en tiras y ponla en una sartén a fuego muuuuy lento con un chorreón de aceite de oliva y una pizca de sal. Tapa la sarten y deja que se vaya dorando mientras suelta su jugo (esto puede llevar unos 20 minutos).
- Pica los tomates en cuadratidos muy pequeños y retira las semillas.
- Cuando la cebolla esté dorada y blandita, sube el fuego a medio, y pon en la sarten los trocitos de tomate y vuelve a tapar.
- Deja cocinar el tomate hasta que la salsa haga chop chop y el tomate esté bien cocinado.
- Saca el tomate y la cebolla de la sarten, quitale un poco el agua que haya soltado en la cocción y ponlos en un vaso para batir y dale un par de vueltas para que queden más finos los trozos de cebolla y tomate.
Para las espinacas
- En una sartén a fuego medio, pon un poco de aceite de oliva, y un buen puñado de espinacas. Ten en cuenta que conforme se van cocinando, su volumen se reduce muchísimo.
- Conforme se vaya reduciendo la espinaca, añade una pizca de sal y una cucharada de ajo, y remueve bien las hojas de espinaca.
- Cuando haya cogido un color verde muy oscuro, puedes retirarlas del fuego.
Para los portobellos
- Precalienta el horno a 190ºC por ambas caras
- Pon los champiñones sobre un papel para hornear encima de una bandeja metálica o rejilla.
- Píntalos con aceite por ambas caras y mételos en el horno. Déjalos que se doren durante unos 3-4 minutos.
- Saca los portobellos del horno y pon encima de cada uno de ellos 1-2 cucharadas de salsa de tomate y encima de la salsa de tomate, 1-2 cucharadas de espinacas.
- Vuelve a meterlos en el horno durante unos 15-20 minutos para terminar de cocinarlos.
- Si tomas queso curado, puedes rayar un poco y ponerlo por la superficie de cada portobello antes de meterlos al horno (yo los he adornado con un poco de huevo cocido)
- Pasado ese tiempo, sácalos del horno y listos para servir.
Espero que te guste la receta 😉
Aura says
No sé si acercar a los niños a los fogones es la solución. En casa nos tocaba hacer de pinches conforme a nuestras capacidades y nuestra edad y podía ser un coñazo. Yo debía de ser una niña muy rara, porque me encantaban las acelgas, las espinacas, los espárragos, la escarola, el pescado, la fruta y muchas de esas cosas que no suelen gustar a los peques. Muy útil para pasar ocho años en el comedor escolar porque ofrecía unas posibilidades de intercambio de lo que no me gustaba que los demás no tenían. Me encantaban los sabores amargos y rechazaba los excesivamente dulzones (tocino de cielo, mermeladas, cabello de ángel, membrillo… ¡Odiaba los donuts!) Además, no me gustaba nada que llevara bechamel y que el resto de mis compañeros de cole consideraban golosina: croquetas, canelones… Yo creo que mi cuerpo tenía bastante claro qué era lo que me sentaba mal (celíaca y APLV).
Por cierto, una cosa que no he comido jamás de los jamases son setas, me dan mucho repelús, pero he de reconocer que ese rellenito está diciendo “¡Cómeme, cómeme!”. Creo que no te lo he dicho nunca, pero felicidades por tu blog :D.
Vanessa Díez says
Hola Aura,
muchas gracias por compartir tu experiencia, me ha encantado! Claro, puede ocurrir el efecto contrario, que a fuerza de ponerte de pinche, acabes cogiéndole manía a cocinar 🙂
Y que sabio es el cuerpo, y que conscientes llegan a ser los niños de lo que les sienta mal y van rechazando algunos alimentos. Creo que algunos adultos perdemos un poco esa visión “me sienta un poco mal, pero me gusta tanto..”
jajaja, prueba la salsita de tomate y las espinacas… seguro se puede añadir a unos calabacines u otra verdura que te guste. Está buenísima la mezcla y con el ajito, mmmmm
Muchísimas gracias de nuevo por el comentario. 🙂
Un abrazote.
elsi says
mira esta receta